Friday, March 31, 2006

ERES

Eres la neblina en mis ojos.
El remordimiento que nunca termina,
La fiesta de mi conciencia.

Eres como una noche sin estrellas
El lugar común que todos pronuncian
El peso en mis hombros subiendo la colina.

Eres el escándalo en mi cabeza
El silencio que nunca consigo.
La genialidad en un vaso de agua.

Eres tacaño sólo como tú.
El descanso que no existe.
Las palabras que nunca pronuncio.

Eres inevitablemente mío
Como el sol le pertenece al día.
La condena de mis silencios.

Eres tú, pensamiento…
las ideas que nunca escribo.
Castigo para ellas es no ser pensadas.

3 de marzo de 2005.

F R A C C I Ó N


Una y muchas. Premisa que se evidencia cuando partes de mí se guardan en gavetas…como fracciones del ser. Se duermen entre mis cosas, entre mis tantas maneras de ser. Se parecen a los segundos… al tiempo cuando se parte en pedacitos. A veces se van a donde la luz no las alcanza… vaya ¡que cobardes! Aun así entre tantas fracciones, somos una. Esa es una de mis tantas maneras de ser.

Un espejo roto es perfecta analogía, una metonimia visual. ¡Confusas! Y distintas. Camino por las avenidas y mis ojos clasifican… ¿Quien puede vivir así? Cosas inconclusas, esas son las fracciones. Presente y nada. A mi derecha he creado una morada, con habitaciones una más disímil que la otra. Porque se puede ser una y tantas cosas a la vez… (Ah… ésa es otra de mis tantas maneras de ser). La situación se pone difícil cuando el minutero apunta a las fracciones, amenazadora, como quien va a disparar… y ellas se miran… como quienes saben que van morir. Viviendo al día. Ansiosas por ser.

Conservo pedazos de todo, ideas, fotos, servilletas y labiales rotos… pero eso representa lo mismo que una página en blanco. Todo termina en trozos de papel, en un ataque devastador todo muere. Volátil, a veces esa también es mi forma de ser.Lejanas y cercanas viven mis fracciones, como átomos. Pensando que aunque soy una, también soy muchas de las que quisiera ser… ese es mi único modo de ser.

Lente: Mariana Maggio

C r ó n i c a s


Artista: Carlos Zerpa

Esther tiene el mar rojo en la garganta, los pulmones vacíos y la cena se quema. El reloj apunta las nueve y quince de la noche. Marco se ha ido, ya es la hora de turno. Esteban juega debajo de la cama con las manos temblorosas, como todos los días. Cree estar solo, hay mucho silencio. Busca un vaso de jugo en la cocina, y se encuentra con la orfandad en el suelo. A papá se le pasó la mano con las discusiones y los cuchillos de la parrilla.

Wednesday, March 29, 2006


Hay años donde no importa el recorrido sino la meta, donde el pasado no es pasado sino presente... a veces donde el pasado no existe y el presente, el presente son sólo minutos. Donde la piel se vuelve un pliegue y donde el espejo, el espejo es sólo un recuerdo.

Monday, March 27, 2006

Epitafios - Era la época de las perras en celo


Era la época en que las perras de la cuadra estaban en celo y los perros aullaban exasperadamente. Abril era un mes sexual. Existía la creencia que mujer que copulara en esos días, aun menstruando, quedaba en cinta. Pero ante la abstinencia, algo había en el ambiente que: la lluvia, el calor, el retoño de las flores, absolutamente todo, era una excusa para tener sexo. Acto seguido, mayo se convertía en un mes donde las mujeres pasaban de las fiestas a la clandestinidad, y sobre todo, cuando la señora Esther mataba unos cuantos “tigritos”. Todos comprendían el significado de la frase. Eran semanas en que la humedad abrillantaba los cuerpos y el paludismo, ayudado por doña Esther, era un asesino en serie.

Llegado diciembre los frutos de abril se hacían notar. La tía Carmen no hacía más que maldecir a aquel desdichado mes que la hacía parir por octava vez. Y aunque Esther muchas veces la visitó, y no precisamente para ver como crecía el feto, con Carmen nunca logró nada. Desde malta hasta aguardiente con ajo, mi tía no dejó de tomar.

Una noche maliciosa, a Roberto se le ocurrió nacer. Ese día cayó un chaparrón como hacía tiempo no se veía en Morichalito. Por un lado la tía lloraba - no se sabe si de pena o de gracia - y por otro el recién nacido sorprendía con unos cuantos bostezos. Todos se rieron de la gracia del nuevo Quijada. Con nueve años, y el recién llegado entre mis brazos yo anhelaba la maternidad. Pasados los años comprendí con Roberto, que hay hombres que de ser buenos pasan a ser pendejos.

Roberto tenía la soledad y agudeza de los gatos, sólo que éste, como algunos animales caseros, terminan flojos y panzones en las mecedoras de las casas. La agilidad y el salvajismo de la juventud, se le fueron consumiendo en las paredes de la tía Carmen y en la acera del abuelo pancho, donde todos los viernes se brindaba con ron por una causa anónima. Total que el indeseado Quijada, se convirtió en otro animal sonso, aunque buen mozo, que adornaba los chinchorros de las calles de Morichalito.

Cada quien hizo su vida. Con frecuencia nos veíamos en los sancochos que la tía Carmen organizaba los domingos por la mañana. Sin embargo, yo aun estando convencida de mi potencial como mujer y de lo grande que le quedaba, seguía idealizando en Roberto al marido que no tenía y a la vez, a uno de los tontos que habían pasado por mis sabanas.

Con mi primo aseguré que mi oficio era un designio divino. El cual llevaba desde mi infancia desde aquellos días de abril, en los que causalmente se celebraba mi cumpleaños. Era la única explicación que encontraba, para desear con las uñas a aquel patán que se rascaba la barriga y no decía una palabra. Yo era una de las perras en celo que no obtuvieron lo suyo en aquel libidinoso mes. De eso estaba segura. Un día lo encontré lanzado sobre el bar porque lo que se rumoraba ya había llegado a sus oídos. Su porte de macho cabrío se desvanecía con tan solo unas palabras, es que era analfabeto desde las horquetillas hasta las uñas de los pies. Yo no comprendía como aquel hombre se perdía entre la maleza de su estupidez. Aun así, con la lastima que sólo se le tiene a la familia, yo quería absurdamente estar con él.

Hace unos días llegó a mi puerta. Ya yo me había topado con Matilde. Esa noche nos hicimos el favor. Descubrí en Roberto a aquel gato de mi adolescencia que creía perdido entre un matrimonio cornudo y unos cuantos kilos de silencio.

Epitafios - Dicen que ahogó a sus hijos en leche

Dicen que ahogó a sus hijos en leche, que le vendió el alma al diablo, que se baña en sangre en cuarto menguante y que entierra gatos debajo del Moriche. No sé qué de esas historias sea cierto, sólo sé que a la hora en que las plegarias suben al cielo, en la puerta de Consuelo ya hay cola. Hay algunas que nacen con la cordura debajo de la falda, la locura en los pechos y la mentira en el borde de los labios. Hay otros que pagan por mentiras, locura y cordura aunque parezcan disparejas: y así son felices. Por eso es que en Morichalito lo que sobra es trabajo, porque son muchas las necesidades del alma.

Consuelo Ramírez se cansó de venderle besos a amores pasajeros, de acariciar cuerpos rancios y de mover el esternón por unos bolívares. La vida le enseñó lo maravilloso de la vida con cada maternidad y lo efímero de los días con la muerte de sus hijos. Hace años que la flor que le daba de comer, se abrió en dos pedazos y fue intervenida quirúrgicamente, y ya esa rosa... no vuelve a retoñar. Ahora aplasta hojas secas con la escoba por la mañana y mutila las plantas en luna llena.

Desde que a Consuelo se le secó el útero no tiene vida en el cuerpo, ni sonrisa en los labios, ni dinero en los bolsillos. Morichalito ya no es el mismo sin “Consuelito la que consuela”. Hace ya unos días que se agarró de los pelos con Matilde porque Isabelita tiene la nariz “respingaiiita” y no se parece a Roberto. Porque si es de cachos eso sí sabe Consuelo, mucho se durmió escuchando los cuentos de hombres fracasados y de los cuernos de fulanita. ¡Cuantos santos cachones no pasaron por la estera de la Ramírez! Es por eso que ella sabe que Isabelita, aunque mucho la quiere, no es hija de su primo Roberto. En pueblo pequeño todo se sabe.

Ha pasado el tiempo y la alfombra de “La que consuela” sigue ensuciándose con las suelas de aquellos que tienen el corazón y el miembro herido. Esta noche Consuelo tiene sonrisa en los labios, vida en el cuerpo y trabaja a honores. Roberto necesita un favor.

Lente: Helena Almeida

La desnudez con ropa es pudor del alma: lo aprendí con vergüenza en la piel y un poco de tacto. Con la gente que mira de frente y sin titubeos en las pestañas, con paciencia y positivismo en los labios.

Hay gente de la que se aprende sólo con el olfato de las buenas cosas.

Eres un adorno al que no toco. Obsesión de fin de semana y de horas ociosas. Recuerdo habitarte y despedirme. Desplazarte, refugiarme y negarte. Lo tengo todo sin ti.

Misceláneos
















Lente: Mariana da Representaçao
Olvido el olor de tus posturas
La sombra de tú boca
Y la síntesis de tú cuerpo

Olvido las raíces de tus manos
Las fábulas de tú lengua
Y tus sonrisas en sepia

Olvido el predicado de tú verbo
Tú presencia en mi espalda
Y el desfile de tus dedos

Olvido el arte de tú cielo
Las mentiras de tu pelvis
Y la fauna de tus ojos.

Olvido las maniobras de tus pies
Las extensiones de tú escudo
Y los dioses de tú ausencia

Te olvido
Y me acuerdo de mí.

Estoy sola.

Sunday, March 26, 2006

Epitafios – Contratos



Los deseos son puñaladas. Puñaladas con giros extraños y traicioneros. Pensé en futuro hace años, en la diatriba del destino y en el dicho de la historia escrita por uno mismo. Saqué cuentas y contaba entonces con una belleza modesta, cierta moral, unas ganas de comenzar y un pasado sin pasado para construir la morada de mi historia.

Crecí sin decir mentiras porque se me agigantaría la nariz, sin tragarme las semillas de la patilla por el temor a que me naciera una planta en el estómago y dormía temprano porque me saldría el coco. A los 16 la moral era un concepto vago con cosquillas en los genitales. Decidí entonces apegarme a las filosofías de mi tía Consuelo y olvidarme un poco de las falsas morales del bachillerato y apegarme a mis propios deseos. La piel se me convirtió en un recién nacido sin padres, y la carne un estilo de vida sin remordimientos.

Recuerdo a mi tía Carolina gritándome con las maletas en las manos “hija nunca se esfuerce en mirar atrás”. Siempre fue una tipa aventurera y sin pelos en la lengua, agarrar sus peroles e irse para Caracas no le costó mucho. Más atrás corrió Eugenia con el pretexto de hacer sentar cabeza a Carolina y nunca regresó. Quien sabe si porque mi tía nunca sentó cabeza o porque el amor hizo desastres en su vida. Nunca regresó para construir la fábrica de la familia que tanto decía, sólo se conforma con mandar chequecitos para el futuro negocio. Lo más cercano a una fábrica era el negocio de amor de mi tía Consuelo. Pero ése no era mi anhelo.

Recuerdo la primera vez – y la que fue la última - que mi mamá fue a Caracas. Llegó vociferando la grandeza de las calles, lo hermoso de sabana granda, lo extraño de los tejados verdes y la hermosura de las prendas importadas. Sentenció: “Marisela nos iremos y regresaremos prósperas”. Mamá murió y nunca fuimos a cumplir deseos. Me quedé con la mirada hacia el frente, con un pasaje en la mano y con la sola verdad de que mi familia no estaba construida con pactos de sangre. Desde entonces pensé seriamente en el futuro y me olvidé de la familia.

Ahora he crecido como un fantasma con mucho pasado pero sin recuerdo. Pienso traicioneramente en la familia con nostalgia y ciruelas en la boca, como si fuese un castigo por pretender hacer tierras baldías en jardines de plata. Abandoné promesas y ahora sólo me queda un deseo que me acribilla: las ganas enormes de regresar.

Lente: Tamara Pinco

Desde ahí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos”

El tiempo de cuaresma es un vapor que nace en el río y nos sumerge en calor
.

No todo está bajo control


Lente: Clavel Rangel

Thursday, March 02, 2006

Esto es otra prueba!

A veces


Siluetearte es mi pasatiempo. Encontrar estelas de mí en ti y darme cuenta de que el pasado siempre es futuro también. Se trata – supongo – de hablar en “nosotros”. De cortar retazos y hacer collages de futuro. Porque hablar de ti es una conversación de presente. Quizás de achaques, de manías, de lo predecible y a veces de lo que nunca quisiera. Pero es.

Tengo muchas caras – a veces – demasiadas para ser feliz y suficientes para estar triste. Llegar a ti es un intento de suicidio, también es encontrar en ti lo que tanto quiero. Es como hablar en futuro y convertir los miedos de bronce en promesas de oro. Me mantengo inapetente y sin manos por la inexpresión del sentimiento… con el café frío en la mesa que nos negamos a tomar.

Encontré que soy hija de un comunismo sin patas, de unos ideales robados y de un sentimiento falso. Bandera absurda que pocos comprenden. Los ojos se me han vuelto grises y tú sólo observas, reflejándote en ellos sin siquiera llegar a entrar. No comprendes, no conoces y casi acabamos atrincherados entre un socialismo de discurso y unos corazones partidos. La gente con hambre sigue existiendo.
Esto es una prueba.

Falto to

Escribo retazos por todas partes, en uno, dos, tres cuadernos en todos falto yo el fuego de siempre, este largo suspiro que no...