Sunday, November 09, 2008


Clavel

Caracas Caracas...

Tercera persona

La primera vez que Lucía vio Marcos no pensó que meses después retozaría a su lado. Lo digo, porque a veces a uno le asalta esa convicción extraña de que hay una clase de destino que podemos moderar con maestría. Cuando decidió mandarle señales cortas, tampoco ella sabía qué pretendía porque le ardía considerablemente el corazón como para descifrar riendas sueltas, creía que entre más tiempo hablara era como si un chorro de alcohol cubriera ese órgano vital llamado corazón. Más adelante Lucía no conseguió pureza, de hecho, fue todo lo contrario. Un cúmulo de sabores que no había probado, unas caminatas con determinación hacia un cuarto desconocido, el sol pleno coqueteándolo a la flojera a ver si desistía de tomar de ese río, ese río que la trajo por más de un año a tantas cosas que hoy quisiera descifrar mejor. Y es como diría L, una sublimación terrible que encontró el mejor para satisfacerse.

Entonces conoció la arena entre los dedos, el sobresalto de las olas sobre su cabello, la algarabía bajo el techo de una carpa. Probó de la culpa, del feminismo, de la determinación, cuidó su sombra con egoísmo, sintió el miedo de atraer el futuro más temprano al presente, luego alegría por pensar en que el destino traería cosas nuevas – temerosas – pero hermosas. Se retorció en las sabanas de Marcos, saboreó con temor y luego con suma decisión el bronceado de sus poros. Disfrutó el regalo después de cada amor, el escucharle cantar al compás de esas cuerdas como si fuese una serenata que merecía desde hace mucho. Esa postura suya desnuda frente a las curvas de la guitarra. Puso su intimidad al servicio y le dio la única licencia, esa, la que concede una mujer a un hombre cuando se cree decidida.

Lucía vuelve a las líneas en un abrir y cerrar de ojos. Sabe que esto es un quejido a la territorialidad, un balazo al orgullo y una ruptura a esas ganas de poseer lo que no se decidió tener. Aprecia la nueva sonrisa de Marcos, el nuevo tono de su voz, el aire a futuro que respira sin ella, esas ganas de comenzar en otros terrenos que si darán frutos.

Saturday, November 08, 2008

Corre que corre

Foto: Luis Vallenilla
Represa Macagua, Ciudad Guayana, Venezuela.

La mudez se hará de concreto

Esta ventana tiene muchas luces, las mismas que de hace siete meses, las mismas luciérnagas que no titilan, que son un candelabro en donde la vela nunca se apaga. Por esta ventana aparecen otras luces, un montón de semáforos que siempre están en rojo para la noche, dentro de este cuadrado es excelso el silencio y la palabra es el único camino por el que se trazan caminos. No es que tenga un nuevo espacio, se trata del mismo con más luces tecnológicas, con más entradas espaciales pero con un escándalo que, de tantos muertos, termina por sellar el silencio. Cada vez más esta cavidad es una caja sellada, cada día me cuesta pronunciar palabra… no sea para sentir que ésta luz es la única que nunca se ha ido de la ventana. Me molestan los avisos, las otras lucecitas que aparecen pero que no impactan en el vidrio, me aturden estos sin sabores que pasan tanto tiempo haciendo morada en la lengua. El diario a diario es una realidad que comprendo demasiado o que de tanto no entender selló lo mismo, otro silencio. Dentro de esta boca hay un universo completo de frases que no se acomodan por lo absurdo o por lo flojo de soñar despierta, de ser otra pieza para este cuadro silente. Permanezco en este sigilo, más que en otros tiempos, y si sigo en este diario a diario la mudez se hará de concreto.

Falto to

Escribo retazos por todas partes, en uno, dos, tres cuadernos en todos falto yo el fuego de siempre, este largo suspiro que no...