Busco una voz con la cual
regresar y me resulta inútil. Ensayo las palabras para reinsertarme de nuevo en
este cataclismo de palabras cruzadas y tono frío… no me resulta sencillo. Quisiera
que fuese un pabilo suelto rodando, la cola de un papagayo dando curso a este
simposio de palabras muertas pero no me encuentro.
Tengo en mi mesa un par de libros
sin leer, una caja de ventanas al pasado y decenas de atajos sin conexión. Te nombro
y mi voz no resuena en este cuarto repleto. ¿Qué te has hecho? Son muchos
nombres en este inciso de reordenamiento, demasiadas conjeturas para este arado
de mociones sueltas.
Ahora me cuesta cada trozo que
sale de mí, cada deseo sin fin. Yo me ocupo de leer entrelíneas cada fragmento
de este suplicio, un ensayo tentativo para el regreso, o unos cuantos versos
sin destinatario.
Me cuesta más hallarte en el
silencio y en los lunes sin comienzos. Estoy detenida en el momento preciso
para avanzar.
¿Acaso no hay inercia en este
acto?
¿Por qué me pesa tanto soñar?
No puedo más.
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