Friday, April 21, 2006


Al Sr. Julio, que de su soledad emanan dulces palabras.

Le olvidaron.

Mejor tener el pasado en baúles, no conservar tarjetas y echar a morir aquella flor que regaló. Su maleta es el cielo gris que le embarga y unos cuantos periódicos. Lo olvidaron por no tener vergüenza, por ser saco pesado y de pies bailarines. Recuerdo verle en aquellas cuatro latas cual tesoro de hojalata, pretendiendo ser miserable atesorando millones de esperanzas. Pretendiendo estar solo y muriendo, cuando en resumen vuelve a la vida .

Le tengo, viejo. En aquellos momentos que debí tener, en los dedos fracturados de no tocarle y en mi fragilidad. Se quedó sin pasos, con las huellas blancas y haciendo muñecos de la tela que le sobra. Ojalá no se le olviden los colores, ni la frescura del amanecer en el grisáceo de los días. Apueste con la sola fe de que algo espera y que algún día volverán a tocar su puerta. ¿Y si no vuelven?

Viejo, creo ahora que no le olvidaron. Sólo es reliquia para una mejor vida.

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