Dentro hay muy poco. Hojas tiradas, un reloj disparejo y un trajín que no termina de cansar. Las paredes de esta casa crecen y siento que me hago más minúscula, que recrezco expulsando demonios y luego todo huele a limón. Sin centimetraje no soy nada, unos cuantos pasos al aire… sin aire. Todo lo he colocado en orden, despertarme a la hora, limpiar lo sucio y hasta lavarme el rostro. He visto cicatrices que no estaban allí, también me descubrí un secreto y todo huele más a paciencia. Tampoco han pasado muchos hombres, aquel que toca se convierte en nomo para aparecer en los ratos donde no hay aguardo. Mis uñas siguen cortas y sigo empeñada con el rojo. Todavía guardo el futuro en cofre y estoy muy confiada de la vida, por algo Roberto me dice que en algún momento me iré. Cuando encuentre el centro entonces estaré bien.
:) me encanta la forma de contarlo.
ReplyDeleteMe gusta.
ReplyDeleteTe deseo que estés bien siempre, aunque el centro esté un poco descentrado.