Me persigues. Corro una cuadra, va la segunda, paso la tercera, casi la cuarta. Plum! Contra el paredón. - ¿Por qué huyes? Te complicas demasiado - . Logro escapar. No me importa tú opinión, ni tus giros. Corro más de prisa, alcanzo el autobús. Estás allí. – Te dije. De-mi-no-po-drás-es-ca-par - . No espero mi parada, pido al chofer se detenga. Me llaman grosera, me pierdo entre la gente. Me encuentras. – Pierdes si crees puedes escapar -.
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