Wednesday, February 14, 2007

Hoy el día ayudó a enfurecer las ranuras del silencio congelado, de los pasos cortos y apresurados a tu voz. De nuestras voces a media expresión con consuelos de libertades en amplías mayorías. Por fin tiembla el pulso y las ganas de multiplicar los excesos, liquidarnos – pues - en el consuelo de la forma. Yo pierdo, es cierto. Pierdo para armar una pieza que tarda en consolidarse, que prefiere apostarse en la pobreza, si no… cuántas veces nos arderá el mismo infierno.

Perdimos. Perderemos aun más, quizás. ¿A quién le importa? cuidado si no a la sombra en la pared o a los pantalones desgatados de tanto manosearse los bolsillos. Preferimos, es cierto, la distancia de la felicidad de un beso, el pequeño roce de los labios partidos por la diplomacia. Y en fin, ¿acaso no nos sobran las felicidades de plástico? Mentira que el beso ahogado en buen vino no da gusto, mentira también, que el buen vino sin un beso a flote no es bueno. ¡Qué susto! Es que uno no comprende, y cuando entonces se tiene cerca, se cierra el libro sin dejar rastro de página.

Sigo con el empeño de atropellar las palabras, de sintetizar las líneas y no avanzar en páginas, pero aun así, éste sigue siendo el refugio para pensar en futuro. Pensar en futuro, nada de más cuando no hay camino.

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