Friday, February 16, 2007

Lo complicado de verte crecer es que se me enreda el papagayo cuando veo el álbum fotográfico. Y no hay otra salida que sentirme como tú con tus pies talla 28 sobre la arena , temerle a las olas recrecidas que parecen un lobo jugando a caperucita, jugar al escondite con los castillos de arena hechos con los vasitos del raspadito de colita que te comiste. No me queda más que amarrarme contigo a la espalda de papá para que no se nos escape lo seguro y el sentimiento de poseer.

Contigo no alcanzo 1 metro cuando te cuesta alcanzar el cereal en el gabinete. Acaricias tus orejas porque no te gusta el frío del páramo y el burro anda lento, tú mamá dijo que los caballos eran para los grandes. Entonces voy contigo sentada en el burro guiado por el cachetón rosado. No querías regalar ese collar fluorescente que se cargaba en la nevera, entonces yo me quité el mío, verde por cierto, y se lo regalé a regañadientes a la niña de trencitas que quería uno igual. Sonreíste, porque cuando se es niño el encanto es poseer y dejar ir para renovar. Después se nos complica el instinto, y fíjate, fíjate lo mucho que me pesa soltar.

Eran casi las 7 de ése sábado cuando saltaste sobre la cama recordando que el viejo gordo debió haber irrumpido por las ventanas del trailer para dejar en la sala las cosas que pediste. Como de costumbre, las esconde para que te sea difícil, y me toca ayudarte a buscar desesperadamente debajo de los muebles, con un frío nervioso recordando que no te has portado muy bien en el año. Pero allí está, en el baño, la bicicleta con rueditas porque no sabes montarla. Y la corneta suena perfecto “tilín tilín”, nos montamos tú y yo, sentimos la brisa fría del 25 de diciembre en medio de la calle solitaria. En pijamas, con la tumuza recrecida y ése olor a hallaca devorada. Feliz, inmensamente feliz.

Tenemos al cabo uñas diminutas y unas manos pequeñitas del tamaño de una taza. Y saboreó contigo el sabor de la crema de auyama que es lo único que te gusta comer, porque según mamá, la sirenita que se encuentra en el fondo se ahogará sino nos comemos toda la sopa. Y a ti te gusta salvar a la gente. Te dolió cuando la maestra te doy con un lápiz por no aprenderte la lección de la “p” y no queremos volver a clases porque no nos gusta fracasar. No me queda más que sentirme mínima y reconfortada en la bañera escuchando “la pulga y el piojo” mientras mamá nos enjabona.

Le temes a king kong, y el primo Prudencio aprovechó para comprar unas máscaras negras y perseguirte alrededor de toda la casa. Eso es algo que me toca recordar, verte temblando detrás de la puerta aprisionándola cual muralla de medio metro para que no entre. Me toca sentir terror, orinarme la braga Chico, esconderme detrás de la silla pollito, incógnita y a la vez a medio encontrar en el comedor de la cocina. Me toca desenredar el papagayo y sentirme tú en otra forma, pero tú, la misma de la foto.

3 comments:

  1. Anonymous3:24 PM

    yo apenas tengo recuerdos de cuando era niño,no sé si son efectos secundarios de un consumo prolongado de droga,o la caida que tuve a los 9 años escalando un árbol que me dejó 15 días en coma,o la paranoia inherente a mi cerebro,no me recuerdo,tampoco conservo fotos,casi ninguna,y te tengo envidida cuando leo estás cosas de la niña que eras y que abrazas con fuerza en tu corazón.Estos retazos que narras dan para imaginar e intentar adivinar de donde proviene la muchacha alegre,incandescente y llena de voltios que eres hoy,junto con otras cosas que eres que también sorprenden y cuyo origen parece un misterio indescifrable.
    Desconozco casi por completo el niño que era y que andará desorientado por dentro de mí procurando buscarme,no lo habré perdido para siempre,así que,gracias por compartir una historia de ti que podría ser impagable,al fin y al cabo,somos lo que recordamos,lo que pensamos,lo que deseamos,lo que sentimos,lo que vivimos...,un abrazo.

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  2. Hermoso. Escrito apenas con el roce de la melancolía. Con esa delicadeza que nos exige solo poder acercarnos a algo sin poder tocarlo. Como ocurre con nuestros recuerdos.

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  3. Bello. Me encanta la manera de volver, enredar y desenredar de esta memoria

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