Ves… la brisa avanza muy cerca del oído, justo en el martillo, en el yunque, en el laberinto, y sopla abismos, se entrelaza en todo el canal y envuelve por dentro como queriéndose comer los ojos. Un acto caníbal, pero propio, como las epidemias o las catástrofes cúspides de siglo. Recuerdo cuanto amo a mis ojos, lo que ven, lo que aprehenden y no sueltan. Me provoca acariciarlos, decirles ¡basta!, acobijarlos de la brisa. Tomármelo a pecho, volverlos creativos y asesinos de la retaguardia. Ves… es el mismo curso, el mismo cauce con lo caudaloso de anteayer. Es la misma agua rodando sobre la misma piedra, desde el punto ciego, en la cabecera de los nervios acercados al cráneo. Y me río, porque son míos, neciamente míos.
y la nariz?
ReplyDeleteNelke, escribes precioso. Me encanta.
ReplyDeleteUn saludo y gracias por la canción.
Maravillosamente tuyos.
ReplyDeleteYo también quiero cuidar a los míos y fijar todo lo que registran, y quisiera, poder como tú ESCRIBIRLO, así como quién no quere la cosa!!