Esther tiene el mar rojo en la garganta, los pulmones vacíos y la cena se quema. El reloj apunta las nueve y quince de la noche. Marco se ha ido, ya es la hora de turno. Esteban juega debajo de la cama con las manos temblorosas, como todos los días. Cree estar solo, hay mucho silencio. Busca un vaso de jugo en la cocina, y se encuentra con la orfandad en el suelo. A papá se le pasó la mano con las discusiones y los cuchillos de la parrilla.
Friday, March 31, 2006
C r ó n i c a s
Esther tiene el mar rojo en la garganta, los pulmones vacíos y la cena se quema. El reloj apunta las nueve y quince de la noche. Marco se ha ido, ya es la hora de turno. Esteban juega debajo de la cama con las manos temblorosas, como todos los días. Cree estar solo, hay mucho silencio. Busca un vaso de jugo en la cocina, y se encuentra con la orfandad en el suelo. A papá se le pasó la mano con las discusiones y los cuchillos de la parrilla.
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