Friday, August 04, 2006

Eugenia no tuvo hijos, lo que automáticamente me convirtió en su proyecto de hija. Entonces la calle era muy ruda, yo demasiado tonta para ella, no conocía el mundo, ni la calle, ni la maldad, ni lo horrible que podría ser residir en él, al final sentenciaba: Ainsi la vie, en un francés rudimentario. Conociendo su afán de madre, prestaba atención con aire interesado a las lecciones de vida de la tía Eugenía aun cuando tenía que hacer esfuerzos por sacar algo fructífero de las letanías de la tía.

Entonces – también – Caracas era Caracas y el resto monte y culebra. “Porque en los pueblos, hija, la vivienda es más económica por sus costumbres”, nada tenía que ver – por supuesto – Yo insistía “Tía, Maturín ya no es un pueblo”. Pero era inútil, para el centro los aledaños siempre son “caseríos”. Todos añorábamos que consiguiera el príncipe azul de Mónaco o de alguna legión, pero eso sí, de sangre azul. Eugenia siempre ha pensado, porque lo dicen las cartas – el tabaco – el café – la bola de cristal y el kino, que se casará con un príncipe y será millonaria. Claro después de tanto, es decir, de haberse ganado el cielo con la abuela, no era para menos. Estaba convencida que cuidar a su madre por tantos años habría de proporcionarle la Suite presidencial en el sky hotel y que el mismo Jesucristo la recibiría en brazos. “No se puede ser católico de la boca para afuera, hija” y después continuaba dándome aprendizajes a punta de criticar al resto de la familia. Pero era buena, buena y peculiar sólo a su estilo, como esas identidades a las que no se escucha pero que definitivamente – y sólo por ser familia – se le tiene cariño.

1 comment:

  1. Relato verídico? bueno, a mi me gustó la forma de contarlo...
    También quería agradecerte por haberte pasado por mi blog...
    ^^ =)

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