Cuando regresó fue de buena suerte, como la novela. Eran las plantas que lo esperaban, el olor a corteza, la raíz sembrada en la médula, los glóbulos blancos que flotaban como burbujas de jabón en el aire en abundancia. Quizás, el exceso de clorofila en las venas. Probablemente una deuda que no se paga fácil, pero el monte, el cerro siempre sabe agradecer. Así es, con los pies sembrados de nuevo, que se vuelve a andar, que se vuelve a pensar corto y concentrado, que se sueña con dejar el exilio. También – quizás - éxito de páginas y código de azúcar. ¿verdad?
FIN
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