Monday, May 03, 2010

"No sé si nos enteraremos quién fue el verdadero culpable"

Los feligreses de la iglesia Sagrada Familia asistieron masivamente a una misa en la que su párroco, Esteban Wood, no daba el sermón. Esta vez acompañaron al misionero que dormía para siempre con sotana blanca y rosario en mano en el centro del templo.

"No merecía morir así, era tan bueno, tan entregado a la gente, este dolor es irreparable", dijo Enma Castillo, catequista de la parroquia, durante el velorio del padre, efectuado el viernes pasado. Hizo una pausa y siguió bañada en llanto mientras la abrazaban.

La familia de Wood se enteró sin detalles sobre el asesinato de su pariente. Monseñor Mariano Parra, obispo de Ciudad Guayana, pudo comunicarse con Washington, Estados Unidos, y hablarles en inglés sobre lo ocurrido. Pero cuando desesperados preguntaron detalles del hecho, el prelado no halló traducción posible para describir tal homicidio.

"Le dieron cuantas veces pudieron con un pequeño cuchillo en la zona intercostal, golpearon su cabeza y lo estrangularon", describió el forense. Los asesinos se llevaron, además, un computador portátil, un teclado electrónico y dos celulares.

"Lo peor es que no sé si nos enteraremos de quién fue el verdadero culpable", comentó la profesora del proyecto de paz de Fe y Alegría, Luisa Pernalete.

"Hacía tiempo que no veíamos la iglesia tan llena", dijo impresionado un miembro de la parroquia. La comunidad cantó "Pescador de hombres" una y otra vez, mientras sonaban las campanas del templo.

Era como su hijo. Humboldt, el perro weimaraner del padre Esteban, fue el primero en mostrar su dolor. "Nos lo llevamos para que no se deprimiera más, porque está muy triste, se le nota en los ojos", contó Jesús Guauro, encargado de las obras de ampliación de la parroquia y quien encontró el cadáver del sacerdote en el sitio del crimen.

Al lado del párroco de 68 años de edad estaba el can.

Todos en la parroquia preguntan por el compañero fiel del sacerdote. La profesora Pernalete recordó la vez en que se robaron al animal y durante días el padre no dejó de buscarlo hasta que lo halló en casa de sus captores en Las Colinas, un barrio aledaño.

"Diariamente el padre mandaba a comprar tres comidas: una para él, otra para mí y otra para Humboldt. Era como su hijo", contó el jardinero de la parroquia.

La construcción en el terreno de la iglesia para trabajar con la comunidad, promovida por el sacerdote, unió a los feligreses.

Todos estaban entusiasmados con su culminación a finales de agosto. Guauro dice que la obra estará lista para esa fecha, tal como soñaba Wood.

"El padre se proponía algo y lo cumplía. Era estricto, disciplinado y, quizás por eso, por su cultura, todo lo que se planteaba lo lograba", agregó.

En la iglesia, mientras los vecinos hacían largas colas para ver por última vez el rostro del padre Esteban, uno de los presentes irrumpió y pasó de largo, desconsolado, hasta la urna.

Era un indigente de la Fundación Me Diste de Comer, con la que el párroco trabajaba, a quien hubo que sostener para que no cayera al piso de la impresión. Otros muchachos que viven en la calle, a los que el religioso ayudaba, también entraron lamentando su muerte.

No más violencia. De la tristeza, la comunidad pasó a la acción y a la rabia. Los pobladores pegaron fotos por toda la parroquia referidas a la obra del sacerdote, así como mensajes de reclamo.

Los niños de las escuelas de Fe y Alegría colocaron pancartas: "Quién será el próximo", "Cuántos más deben morir", "Vivirá en nuestros corazones, padre Esteban", "No más violencia, hasta cuándo", se leía en los carteles que desplegaron luego de una caminata que hicieron los colegios católicos que cerraron por luto el viernes por las populosas calles de Unare II.

Alirio Guillén, miembro del PSUV y vecino de la zona, confirmó el comportamiento intachable de Wood.

"La gente está muy brava porque se dice que fue un piedrero de por aquí, porque el padre no le tenía miedo a nadie y se enfrentaba hasta con los más peligrosos. Ayudaba a todo el mundo y vi cómo intentó regenerar a muchos muchachos de por aquí".

En alguna oportunidad denunció a un joven a quien él ayudaba que lo robó. El muchacho estuvo preso y algunos creen que pudo ser el asesino.

Así como ese caso, los habitantes conocen historias similares, pues el sacerdote era conocido por tenderles la mano a todos. Hasta ahora, la Fiscalía maneja el móvil del robo.

Wood desarrolló 23 años de su vida misionera en Venezuela, y el estado Bolívar fue su último destino. En una pequeña autobiografía dijo: "Quiero profundamente y para siempre al pueblo venezolano". Luego de dos días de vigilia, el sábado la comunidad enterró al religioso en Ciudad Guayana, tal como era su deseo.

Publicado en El Nacional

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