Friday, May 25, 2018

Una forma callada

"El pueblo tiene hambre".


Te veo maltratarme en el espejo.
Has dado vueltas alrededor del teatro, torturándome. Y hoy me ha dado por recordarte. Lo hago ahora que camino pendiente abajo hacia Plaza Venezuela.  Unos muchachos comen basura y el perro de ese señor barbudo, de bastón, está echado justo en ese lugar de la acera que me cuesta esquivar. Voy pensando en ti y en el maltrato en ese espejo. Voy sonriendo frenéticamente porque estos días han sido malditos y me cuesta asimilarlo todo. Las cuentas, las miles de transacciones que se requieren para vivir, el silencio en el metro, los cuerpos tristes y también la extravagancia de la ignorancia. Pero yo voy pensando en ti, en tu sonrisa malévola, en tu desprendimiento, y en esa obstinada forma de dejarme una y otra vez.  Yo en realidad tiemblo y sonrió para disimular que estoy ansiosa, que tengo miedo, que te quiero cerca, y que tengo miles de argumentos para justificar que este momento no debería ser. Pero estás en el espejo de una habitación barata en el corazón de un suburbio al que nunca pensamos venir. Hace tiempo que no nos vemos y has aparecido hoy, en este día funesto de fin de año en el que el precipicio se ve tan nítido o ¿tú lo has acercado como una excusa?
Vivo en Venezuela y eso es decir bastante en 2017.
Quizá por eso me ha dado por recordarte, porque hoy necesito del cinismo de ese espejo, de tu verticalidad venida a menos, de tu arma enfurecida y de tus tactos finales. Hoy que todo parece absorberme preciso de ese aliento fugitivo y de la destreza de tus manos que seguro no volveré a ver.
Nos ha dado vértigo otras veces antes que decidieras desaparecer. Yo imagino (con frecuencia) que te veo de lejos, como otras veces, y se me alborota la vista, el estómago. No es un inusitado encuentro, es la forma callada de extrañar la libertad.

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