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Friday, June 29, 2018

Ciertos deseos

Malecón de San Félix, estado Bolívar



He venido aquí desde otras latitudes y mi libertad parece que nace en el espacio entre la palma de tus manos y mis caderas. En mi cuerpo de plastilina,  en la estrechez de tus brazos haciéndome cuna, en la yema de tus dedos en el borde de mi cintura.
Pero he venido sola a encontrarme por estas guaridas y llegamos acá al término de una noche sin iluminación. Me pierdo tantas veces en estos labios, o los otros, en verme siendo feliz a un son cubano, sintiendo tu mirada, sintiéndote a ti o a cualquiera mirándome con avidez infinita, trayendo a ti mi cabello o derrochando cada deseo de este cuerpo extraño.
 He pensado que eres varios, que no eres tú sino el retrato de alguien con quien no me encuentro por alguna razón. No lo sé. Este texto lo escrito a pedazos. Como una confesión y luego he querido que sea como una carta de despedida, de esas despedidas que tantas veces nos hemos prometido. En el borde este abismo, como te he escrito tantas veces, quizás no seas tú. Quizá sea esta mezcla de escasas libertades, de sobrevivencia infinita, de terror con el que lidiamos a diario de que le ocurra a alguno de los nuestros las miles de probabilidades que son posibles en este país… nuestro país.
Estoy en mi propio exilio. Una especie de destierro que he querido transitar para ordenar mis pasiones, y esa forma oscura de que terminemos siendo, lamiéndonos los dedos en esa calle oscura de vuelta a casa.
Y aquí, donde he decidido guarecerme, asaltan otras pasiones y el deseo enorme de abrirme en ti.

Friday, May 25, 2018

Una forma callada

"El pueblo tiene hambre".


Te veo maltratarme en el espejo.
Has dado vueltas alrededor del teatro, torturándome. Y hoy me ha dado por recordarte. Lo hago ahora que camino pendiente abajo hacia Plaza Venezuela.  Unos muchachos comen basura y el perro de ese señor barbudo, de bastón, está echado justo en ese lugar de la acera que me cuesta esquivar. Voy pensando en ti y en el maltrato en ese espejo. Voy sonriendo frenéticamente porque estos días han sido malditos y me cuesta asimilarlo todo. Las cuentas, las miles de transacciones que se requieren para vivir, el silencio en el metro, los cuerpos tristes y también la extravagancia de la ignorancia. Pero yo voy pensando en ti, en tu sonrisa malévola, en tu desprendimiento, y en esa obstinada forma de dejarme una y otra vez.  Yo en realidad tiemblo y sonrió para disimular que estoy ansiosa, que tengo miedo, que te quiero cerca, y que tengo miles de argumentos para justificar que este momento no debería ser. Pero estás en el espejo de una habitación barata en el corazón de un suburbio al que nunca pensamos venir. Hace tiempo que no nos vemos y has aparecido hoy, en este día funesto de fin de año en el que el precipicio se ve tan nítido o ¿tú lo has acercado como una excusa?
Vivo en Venezuela y eso es decir bastante en 2017.
Quizá por eso me ha dado por recordarte, porque hoy necesito del cinismo de ese espejo, de tu verticalidad venida a menos, de tu arma enfurecida y de tus tactos finales. Hoy que todo parece absorberme preciso de ese aliento fugitivo y de la destreza de tus manos que seguro no volveré a ver.
Nos ha dado vértigo otras veces antes que decidieras desaparecer. Yo imagino (con frecuencia) que te veo de lejos, como otras veces, y se me alborota la vista, el estómago. No es un inusitado encuentro, es la forma callada de extrañar la libertad.

Saturday, April 15, 2017

Este jardín y sus mariposas

Una flor amarilla
Me arde el pecho.
Sonrío
           tocando tus labios
que son blandos como los míos,
un puente a parajes olvidados
un receso.
Y quiero juntarte
 con los ojos
 con las manos
Arrollarte en cada suspiro,
                                           en cada mueca alegre e involuntaria.
Arropar el deseo con incandescencia, trepar tu cuello,
perforar tus ojos…
                             que parecen míos.

(Silencio. Yo respondo)

Enmudecerme al borde de tus parpados,
resbalarme en tu lengua, 
así...
        cliché.
Perpetuar el sobresalto
y  recuperarme cuando pase el aguacero.

¿Te he dicho que hay periplos en tu garganta?
Ungida
Paciente y funesta.
Parece un precipicio de cosas
que no me atrevo a nombrar.
Que no me recupere,
                                 dices.
No me guardo
ni se guardan
                     en el vendaval
este jardín y sus mariposas.

Friday, April 14, 2017

Extravío

Caracas, en la vía
Persiste el extravío de estos labios.
Mi búsqueda infecunda tiene afiladas roturas.
Esquivo el filo, miro este pasillo
Vidrios rotos, muchos, se cuadran al acecho
No te nombro
y en otras aguas, menos caudalosas
tu sombra aparece pero no nubla
¿A quién busco? ¿En qué me convierto?
En un mensaje titilante de madrugada, en una excusa, una concesión que caduca en este país emancipado. 

Tuesday, November 17, 2015

Y conté el sueño en voz baja

Lo había soñado unos meses atrás. Amanecía. La madrugada era pegajosa,  fría y nos separaba una mesa de plástico barata blanca. Estábamos cansados, en la intemperie y en el fondo sonaba apenas una cortina musical a la que ya casi nadie prestaba atención.  
Hacía unas horas que lo que aparentábamos había muerto y solo quedaban restos en la sinceridad de la madrugada. Era una fiesta acabada que nadie se atrevía a terminar.
No estábamos juntos siquiera. Pensábamos, incluso, en otras personas, en el mar de dudas que nos asaltaban una década después o un período suficientemente largo como para que decenas de historias nos hubiesen arrastrado, como para haber hecho familia en ese huracán, pero allí estábamos. Coincidentes, como antes, agotados en la madrugada de una parranda que todos se negaban a terminar.
La conversación era infructuosa y cada detalle de ella parecía a esas alturas irrelevante. Nos separaba esa mesa blanca, un kilo de prejuicios y un silencio espeso, pesado como una toalla mojada y confuso en ese rápido recuento de episodios que siempre callamos.  Entonces nos alzamos levemente, con la parsimonia de un descubrimiento incipiente, colocamos los codos en la mesa y nos inclinamos hasta completarnos en un beso.
Era un reencuentro tardío que sonaba a por fin, a una vida de espera, a un puerto seguro, a final de camino, a revelación en la constancia y en lo sucesivo, también, a un coro de Handel. Todo lo que había sido hasta entonces parecía nublado, como si este episodio breve se llamara felicidad.

Entonces desperté. Escribí par de mensajes y conté el sueño en voz baja


Sunday, November 15, 2015

Nombrar

Estoy repleta de ti
somos cóncavos.
Nos enlazamos enseguida, 
el mismo llanto
la absurda claridad de unos días
se ahoga en tu cuello.
Detesto las palabras cuando me toca
nombrar… nombrarte, 
definirte
no quiero nombres.  
Tengo al Caroní en el horizonte
y a ti en la espalda
Me siento repleta. 

Friday, December 17, 2010

Sobre héroes...

Y tumbas...

Se sentó en un banco, cerca de la estatua de Ceres, y permaneció sin hacer nada, abandonado en sus pensamientos. “Como un bote a la deriva en un gran lago aparentemente tranquilo pero agitado por corrientes profundas”, pensó Bruno, cuando, después de la muerte de Alejandra, Martín le contó, confusa y fragmentariamente, algunos de los episodios vinculados a aquella relación. Y no sólo lo pensaba sino que lo comprendía ¡y de qué manera!, ya que aquel Martín de diecisiete años le recordaba su propio antepasado, al remoto Bruno que a veces vislumbraba a través de un territorio neblinoso de 30 años; territorio enriquecido y devastado por el amor, la desilusión y la muerte.

Melancólicamente lo imaginaba en aquel viejo parque, con la luz crepuscular demorándose sobre las modestas estatuas, sobre los pensativos leones de bronce, sobre los senderos cubiertos de hojas blandamente muertas. A esa hora en que comienzan a oírse los pequeños murmullos, en que los grandes ruidos se van retirando, como se apagan las conversaciones demasiado fuertes en la habitación de un moribundo; y entonces, el rumor de la fuente, los pasos de un hombre que se aleja, el gorgojeo de los pájaros que no terminan de acomodarse en sus nidos, el lejano grito de un niño, comienzan a notarse con extraña gravedad.

Ernesto Sabato

Thursday, July 01, 2010

Reinvento

Escribir


Soy un madero queriendo tallarse, un par de cejas con direcciones opuestas, una contradicción para los amigos recientes, un collar de semillas, una cavidad ancha sin mucho espacio para divagar.
Soy el susurro debajo de las sábanas, la reencarnación cursi de Neruda en tus pupilas dilatadas, el descaro en el borde del riesgo, el olor desnudo de tu fragancia, el camino sin retorno a la cordura, el Big Bam de mariposas en el estómago.
Soy un par de palabras sin coherencia, unos labios mojados, una sed de lectura, un alivio, un calor para los días fríos, un paraguas para el diluvio de diciembre, una canción de Francisco Barrios a las dos de la mañana.
Soy un par de cosas inconclusas, un paquete de soledad con sus favores, un punto y aparte, una pasividad: sólo dos senos con su lunar al norte.

2007
Foto Clavel Rangel, Aquí

Wednesday, September 16, 2009

Sin despertarse...

En la sala de redacción soplan vientos de este a oeste y voltean las palabras como lo hace la brisa con las hojas de mango. Se meten en esta caja todo el trauma político, laboral y social que, a veces, asoma alguna lágrima en las lagunas de las tres de la tarde. Afloran las contradicciones y resulta un confesatorio entre la pantalla y las voces que asaltan – una y otra vez –con la súplica de una ayuda, sin contemplación. Vienen los desaires de la mano extendida, del dinero que no dimos, del silencio que hicimos con la injusticia, del verbo no escrito, del error publicado, del grito que no hicimos sentir en el papel.


En esta sala hay un huracán de nostalgias, pasa el tiempo demasiado rápido con la partitura del teclado y cada hecho borra el otro demasiado pronto. No asimilamos, no da tiempo. Cada estación es un lugar para que acampen los políticos con sus campañas perdidas, los chismes de pasillo, los trabajadores pisoteados, el consultorio de las quejas estatales, un inmenso archivo de pliegos conflictivos que no llegan a tribunales. Acá duermen las calles rotas, las sonrisas de los niños, los paros, las comparsas, la sangre de los muertos, los malandros sueltos, las amenazas de cierre, la economía del papel, todo duerme en esta sala sin despertarse.

Wednesday, February 11, 2009

Faltan segundos

Tenemos el mismo frío en el estómago y la brisa corre como un río en el espacio que hemos dejado para dibujarnos con la boca. Esta vez no tenemos miedo, tenemos el descaro de escudarnos y romper con audacia la legislación de las parejas. Este espacio de hoy es ficticio. Falta poco para que coloques tu brazo sobre mi hombro y seas como una pesca con la presa en su haber. Esperamos con ansias ese momento en el que algunos de los dos decide quebrar el pacto, el tratado de paz que decidimos imponer para no sentenciar el pasado. Faltan segundos, pienso. Y me miras como ese capítulo del cíclope de Rayuela que tanto me gusta. Me hundo en tus ojos rojos que son como un mar de sangre, agotado de la espera y de la vida que te tocó tener. No contemplo otra cosa que tu objetivo dilatado y ese lenguaje cómplice que desarrollas con cada gesto. Faltan segundos, pienso. Los esfuerzos por eternizar el momento se cumplen con excelencia. Estamos uno al lado del otro, cómplices, escondidos entre un círculo de gente que lee la prensa, que ve marchas en la televisión, que escucha a Chávez en cadena nacional, que se comen las uñas, otras que se miran el esmalte y de repente nos miran con asombro cuando nos hacemos pareja.
Te ríes de mis teorías de explotación sobrehumana en ese lugar, de las injusticias que se hacen evidentes en ese espejo y tanto me molestan. Me miras con gracia y atención. Disfruto en demasía esa admiración y respeto que tienes con cada histeria que desarrollo. Hablamos de tu vida que es monótona y tan comprometida como que tienes pareja y viven juntos. Converso sobre mis últimos fracasos amorosos que no tienen nada que ver con lo que demostraste ser. Sobre fulano que no sirve, sobre sutano que no resultó ser. Al final, cuando desahogamos algunos triunfos y derroteros nos miramos nuevamente. Quedamos como siempre hipnotizados. Dispuestos a no ceder a la vida regalamos apenas un instante. Siempre serás tú, dices en voz baja.
Intento retomar ese discurso de conversar del pasado, de evaluar qué fue lo que pasó. Es mi estrategia para rehacer los argumentos y hacerte entender que ya entendí. No hay esfuerzo, asumes con total naturalidad que este es el rumbo que nos tocó tomar.
Seguimos sentados en ese círculo de gente que vive abstraída en su realidad. El sol se opone, es una tarde hermosa, si acaso de las pocas que me toca ver. Unos niños siguen limpiando con particular afán el vidrio del carro y yo quiero tocarte, pero no me atrevo.
De pronto vuelve a correr la brisa en el espacio que hemos dispuesto para el respeto, ese espacio quebrantable que hemos dejado para el final. Faltan segundos, pienso. Luego, como si estuviese cubierta de caramelo, besas mi mejilla, te acercas con ternura – como recogiendo un néctar con tus labios – hacia mi boca. Nos besamos. Viene un beso y otro beso, otro beso y otro que no podemos parar. Estamos complacidos y felices. Escondidos como siempre, como si acaso ese sea la característica absurda de mucho tiempo, cuando impuse ese método y luego no pudimos revertirlo. Somos así, subterráneos sin sentido, entregados sin reparo al misterio y lo prohibido. Faltan segundos, pienso. Nos iremos de nuevo hacia otras puertas que nunca nos llevan al mismo cuarto.

Tuesday, December 30, 2008

Recordar

Recordar que sobre este perfil marchan muchas sombras es un ejercicio de reordenamiento, una cuota de paz para los discursos que no se dieron en el silencio, silencios a los que nos se les ha dado el chance para aparcar. Amarrar este perfil a otro período es arar la tierra de nuevo, ser más perceptivo a las caras en el espejo retrovisor. Desamarrar de una buena vez las esperanzas ancladas en terrenos que no pertenecen, soltar las amarras en todos los sentidos para creer que hay otro espacio para beber té, para aprender a tomar café, para viajar desde esta senda hacia otras donde el oficio pese más que el mismo amor. Y permanece todo en la memoria como las mismas rocas del Roraima, como si bajar ese tepuy fuese el propio 2008 revolcándose en nuestros ojos. Reducidos a lo más mínimo en las manos de un camino, en los ojos de un anciano en la emergencia de Guaiparo, en el adiós tácito de la abuela, en la cima del Roraima, en la mirada complaciente de los obreros en un portón, en el cansancio de unas elecciones, en las discusiones, debajo de la almohada de alguien a quien nunca nos decidimos a tener, en las miles de sospechas de que por allí no era pero que por allí nos fuimos, en las maternidades que no se dieron y en las tantas situaciones que nos hicieron caminar por las veredas jurando que no volvería a ocurrir. Para cerrar no queda más que un baño en onoto, para repintar los vacíos y conjurar este presente.

Thursday, December 11, 2008

1,2,3

Cada hebra cubre con delicadeza centímetro a centímetro de su espalda, como una cobija café decorando una cama sin estrenar. De pronto no existe otra cosa que esa cobija cabellera adornando el marco de su rostro, tatuando su espalda, vistiendo sus hombros, está de frente a Rafael esperando lo propio. Coquetea con las caderas, con los gestos de sus labios, con el contoneo de sus pupilas vigilando de derecha a izquierda y viceversa. Es coqueta. Más que coqueta necesita de Rafa. No es suficiente el juego de caderas con la mirada. A Clarissa no le queda otra que flexionar su tronco, tocar con sus manos los dedos de sus pies, levantar la mirada y sonreír. Sí, sonreír descaradamente, con el cinismo propio de las perras en celo. Rafael no se inmuta. No le importa, este día es un paréntesis en una oración subordinada. Un agregado de un agregado con escaso verbo. Entonces Clarissa quiebra el espacio vital, cae sobre Rafael y olvida la sintaxis de su cuerpo. Reordena sus deseos en la cúspide de Rafael y quiere, y ama, y llora, y odia, y lo deja, y lo utiliza como a cualquier capricho.

Saturday, November 08, 2008

La mudez se hará de concreto

Esta ventana tiene muchas luces, las mismas que de hace siete meses, las mismas luciérnagas que no titilan, que son un candelabro en donde la vela nunca se apaga. Por esta ventana aparecen otras luces, un montón de semáforos que siempre están en rojo para la noche, dentro de este cuadrado es excelso el silencio y la palabra es el único camino por el que se trazan caminos. No es que tenga un nuevo espacio, se trata del mismo con más luces tecnológicas, con más entradas espaciales pero con un escándalo que, de tantos muertos, termina por sellar el silencio. Cada vez más esta cavidad es una caja sellada, cada día me cuesta pronunciar palabra… no sea para sentir que ésta luz es la única que nunca se ha ido de la ventana. Me molestan los avisos, las otras lucecitas que aparecen pero que no impactan en el vidrio, me aturden estos sin sabores que pasan tanto tiempo haciendo morada en la lengua. El diario a diario es una realidad que comprendo demasiado o que de tanto no entender selló lo mismo, otro silencio. Dentro de esta boca hay un universo completo de frases que no se acomodan por lo absurdo o por lo flojo de soñar despierta, de ser otra pieza para este cuadro silente. Permanezco en este sigilo, más que en otros tiempos, y si sigo en este diario a diario la mudez se hará de concreto.

Sunday, October 26, 2008

Retrospectiva II

A Jorge le llovieron aplausos. Cuando dijo que quería irse le abrí la puerta con tres o cuatro cuchillos en los pulmones pero a sabiendas que era lo mejor. Lo mejor para el charco con calentador, excelente para los vacíos en los que permanecimos guarecidos demasiado tiempo. Se fue entonces sin titubear, sin darse ese giro propio de las películas rosas de las que me atraganto de vez en cuando, se largó sin esa escena que al menos hubiese sido perfecta para rememorarla y pensar que en realidad no quería irse. Pero se fue. Dos o tres conversaciones posteriores para salvar culpas, limpiar los prestigios … como dicen, pero nunca ese volver atrás que parece ser tan predecible de los romances veinteañeros. Se quedaron como 10 kilos de palabras guardadas de esas que uno vomita con cualquier llamada desesperada, Jorge las controló, yo las controlé y todo fue sano. Nada de recuerditos. Permaneció todo como un cuadro bien pintado, con sus oleos bien coloreados, un comienzo extraordinario para hacer más clásica la película. No era posible construir la historia porque pasar cinco años a páginas es decir mucho, un cuchillo perfecto para terminar de agujerear el diafragma. No era esa la muerte que aspiro, la vida pasa y pronto los pulmones se inflan tanto que los afilados disparan de nuevo. Luego aludí al cliché, y dije las mismas frases que dicen las mujeres que se creen mujeres dolidas y maltratadas por la vida (hey, sólo para cerrar ese capítulo de “¡¡Ya verás desgraciado!!”). Pero…cómo retorcer el cariño, es imposible.

Friday, October 24, 2008

Contracción

Nuestras lenguas no son correctas, tardan mucho en fundirse, luego se deshacen. Hace tiempo que no nos vemos por temor a dejar nuestras penas sobre la mesa: no nos amamos. No es que yo tenga mucho que decir Julia, precisamente se trata de que sigo teniendo ese malestar, ese cáncer en la garganta que no tolera las quimioterapias de tu voz. Bastante que he sido un hombre comprensivo, un varón que ha sabido codearse entre tus faldas y que ha dicho que le encantas porque no se atreve a decir que te ama, para escuchar el canto profundo del silencio. Julia, sabes muy bien que nuestras lenguas son un pasadizo al paladar. Me pregunto, cuándo dejaremos de ser dos imanes que se ven siempre uno sobre otro. Disfruto tus piernas, el sabor de tus hombros, el bosque lluvioso de tus cabellos y sigo estando en el mismo portal, un centro sin norte. Me cansé de ser un pecado al que no se le quiere redimir.

Tuesday, September 16, 2008

Retrospectiva


Vamos por el camino adecuado, el único que hay. En el recorrido se abrieron tantas puertas y algunas, aunque cansamos de tocarlas, jamás se abrieron. No es el mismo soundtrack de antes, todo corre… avanza, aunque estemos estacionados frente a un espejo con un reflejo paralizado. Mutaron las corazas, asaltaron las dudas, esta senda pretende postergarse con otros rostros, no quiere seguir coqueteándole al retrovisor.

Saturday, May 24, 2008

Nuestra casa

Tenemos una casa de tela en el que los besos flotan como burbujas de jabón, este techo Ama de Casa dices que es mío y que los riachuelos de mi sexo los hiciste nacer tú. Hay luciérnagas con cuevas en tus ojos, prenden y se apagan con el ritmo del canto de los sapos. Vendí tres hectáreas de mi panza a tus manos, remodelamos tu espalda, pintamos mi cabello y se me antoja derrumbar las paredes de tu piel. Tenemos una casa que es muy cursi que se deshace en el tornado de nuestras vueltas, acariciamos el subi y baja de la pelvis cuando cantan los canarios de tu lengua, esta casa es una invasión de enredaderas, una temporada alta de verano, una caja fuerte para las caricias de terciopelo, un montón de barcos de papel undiéndose en la tina y un buzón de abrazos que siempre tienen respuesta. Nuestra casa es nuestra y no lo sabes.

Monday, May 12, 2008

Silban las mariposas

Los fantasmas del recreo tomaron la casa. Uno, dos, tres, seis habitaron la casa. De espanto en espanto se llenaron los cuartos, no hay precio, no hay llave, no hay programa. Cortázar regaló sus espantos para esta otra casa, musitadora de encuentros, estrecha en lamentos, exagerada en pasados, todo, todo con las puertas abiertas. El maltrato es otro réquiem para la paz de este año, quizás minada de algunas caras, algunos viejos coronando, el mismo retrato entre mis piernas. ¿Quién necesita un murmullo al oído? , si acá silban las mariposas y los gatos vuelan. Tengo la casa repleta de claveles, de flores que dice C son las que llevan los hombres cuando desean pretender. Todo esto ha sido un regalo tras regalo para no perdonarme el descuido y la invasión de ausencias. Dios me dijo en otra máscara que acabaría pérdida en la ruralidad de estos labios, en la pintura dibujando caminos para tapar las cicatrices, que tendría que desenredar el nudo que se fija en la profundidad de cada hebra. ¡Ay! Que amar sin amar sólo tiene perdón en los versos proclives. El terror de cada una de las puertas es un demonio escondido, con una lanza afilada, un objetivo claro. Tendré que acostumbrarme a los besos de sal, no importa, siguen silbando las mariposas.

Sunday, May 11, 2008

Cuentas

Leer tus cartas dice más que el auxilio que reproduces. Yo he contado muchas veces los dedos de los pies, arranqué las uñas de mis dedos y sigo teniendo la desesperación de la sombra que se disminuye en el tragaluz. Ya sé que no hay que reproducir los estados con los que intentas responder, que ese espacio espeso es un sinfín de brindis brincando en el futuro. Cuando no hay más chance acudo a la misma puerta sin cerradura, la esclavitud de un vicio, el mismo basto amarrado con la cinta naranja, el que carcomió estos meses y es el que espera en luna llena los vientres repletos. Sientes, yo también siento. Estás yo también estoy, estoy queriendo encontrar la salida, la liberación del conjuro, las muletas de la ausencia, la escalera que sobresale sobre este estanque, explicar que este equilibrio de metáforas es una cortina vieja en un cuarto vacío, donde la luz no penetra y donde hemos agujereado la vida a nuestro conveniencia. Estoy exponiendo los motivos para que esperes que la vida suceda, eso dices, eso repito. Para qué suicidar nuestra esperanza si en este continuo, quizás esa sea nuestra última esperanza.

Monday, April 21, 2008

Revés con revés

No le quedó más que ese gesto de la boca entreabierta de cuando se quiere decir algo y no se dice, tuvo ese sabor del aire rellenando los espacios de la boca… susurrándole a las fronteras de la lengua reposada. Abandonó la posición erguida, el discurso retórico y aceptó el cierre de las puertas que dan a su revés. Tenía que hacerlo, incluso abandonar el terreno nostálgico que sólo son capaces de manejar quienes conocen sus anchas. Prefirió callar, debo decir que también sentía una revancha por reivindicarse, solucionar unas cuantas frases en una carta y dar el punto final que tanto le hacen falta a sus, nuestras revoluciones.
Entonces, giró sobre su eje y se encontró centrado, con unos cuantos kilómetros a la redonda, perfecto, solitario… una unidad que no busca completarse dentro de otros charcos. Estoy segura que le surgió la imagen del vaso de agua y las gotas de aceite, redondas, casi pomposas queriendo reincorporarse dentro de otras células más grandes. Le producía agitación, quizás una especie de nebulosa nostálgica. Acudió a la ventana, su mejor arma. Abrió las puertas de madera y expiró aire, mucho aire. Sí, soy un egoísta, se dijo a sí mismo en decibeles muy bajos.
Apoyó sus brazos sobre el hierro frio que recubre la ventana, volteó y caminó unos pasos para recorrer la habitación… blanca, casi inexplorada y esta vez hospitalaria. Pensó que de ahora en adelante este sería el lugar adecuado, en el que no cabe otra presencia, en donde no habría vientres queriendo rellenarse ni tiempo perdido en corazones flechados. Caminó unos cuantos pasos y levantó polvo, se acercó al cuarto, se recostó en la cama y quedó nuevamente mirando las vigas que armoniosamente se han juntado para sostener el techo.
Aparecieron caras en su memoria, salvavidas de momentos, paracaídas de historias, descubridores de pasiones, cazadores de rato, secuestradores de oficio, trituradores de sueños, rompe lágrimas. Uno a uno tratando de ubicarse en el cielo de la habitación. No había espacio para ellos en las cuatro paredes, tenían si acaso, el consuelo de las páginas que resistían más que la humanidad, una oposición feroz que le tocó asumir desde que nada llena. Luego sintió que se expandía y que una ráfaga de felicidad pasaba llenándolo de plenitud. Adoraba cuando eso ocurría. Era la sensación que lo hacía tener poder sobre sí, y que lo dejaba abrir y cerrar puertas aunque a veces fueran en dirección a su revés. Lo asumía.
Tomó el agua de las gotas de aceite, intentó separarlas pero no lo logró. Bebió el agua, se impacientó dentro de los cristales del vaso y quiso hacerlo saber. Tomó el cuaderno que sorpresivamente estaba sobre las sábanas, sacó la tinta desde el interior de su cabellera y la regaló poco a poco al papel. Empezó a escribir… “no le quedó más que ese gesto de la boca entreabierta…” Pienso, los ciclos tienen su cola, la ves cuando interrumpes y te acercas al punto de caída; así sea para alimentar el ego y no obtener respuesta.

Falto yo

Escribo retazos por todas partes, en uno, dos, tres cuadernos en todos falto yo el fuego de siempre, este largo suspiro que no...