Wednesday, October 29, 2008

Sunday, October 26, 2008

Retrospectiva II

A Jorge le llovieron aplausos. Cuando dijo que quería irse le abrí la puerta con tres o cuatro cuchillos en los pulmones pero a sabiendas que era lo mejor. Lo mejor para el charco con calentador, excelente para los vacíos en los que permanecimos guarecidos demasiado tiempo. Se fue entonces sin titubear, sin darse ese giro propio de las películas rosas de las que me atraganto de vez en cuando, se largó sin esa escena que al menos hubiese sido perfecta para rememorarla y pensar que en realidad no quería irse. Pero se fue. Dos o tres conversaciones posteriores para salvar culpas, limpiar los prestigios … como dicen, pero nunca ese volver atrás que parece ser tan predecible de los romances veinteañeros. Se quedaron como 10 kilos de palabras guardadas de esas que uno vomita con cualquier llamada desesperada, Jorge las controló, yo las controlé y todo fue sano. Nada de recuerditos. Permaneció todo como un cuadro bien pintado, con sus oleos bien coloreados, un comienzo extraordinario para hacer más clásica la película. No era posible construir la historia porque pasar cinco años a páginas es decir mucho, un cuchillo perfecto para terminar de agujerear el diafragma. No era esa la muerte que aspiro, la vida pasa y pronto los pulmones se inflan tanto que los afilados disparan de nuevo. Luego aludí al cliché, y dije las mismas frases que dicen las mujeres que se creen mujeres dolidas y maltratadas por la vida (hey, sólo para cerrar ese capítulo de “¡¡Ya verás desgraciado!!”). Pero…cómo retorcer el cariño, es imposible.

Friday, October 24, 2008

Altamira

Contracción

Nuestras lenguas no son correctas, tardan mucho en fundirse, luego se deshacen. Hace tiempo que no nos vemos por temor a dejar nuestras penas sobre la mesa: no nos amamos. No es que yo tenga mucho que decir Julia, precisamente se trata de que sigo teniendo ese malestar, ese cáncer en la garganta que no tolera las quimioterapias de tu voz. Bastante que he sido un hombre comprensivo, un varón que ha sabido codearse entre tus faldas y que ha dicho que le encantas porque no se atreve a decir que te ama, para escuchar el canto profundo del silencio. Julia, sabes muy bien que nuestras lenguas son un pasadizo al paladar. Me pregunto, cuándo dejaremos de ser dos imanes que se ven siempre uno sobre otro. Disfruto tus piernas, el sabor de tus hombros, el bosque lluvioso de tus cabellos y sigo estando en el mismo portal, un centro sin norte. Me cansé de ser un pecado al que no se le quiere redimir.

Falto to

Escribo retazos por todas partes, en uno, dos, tres cuadernos en todos falto yo el fuego de siempre, este largo suspiro que no...