Tuesday, December 30, 2008

Recordar

Recordar que sobre este perfil marchan muchas sombras es un ejercicio de reordenamiento, una cuota de paz para los discursos que no se dieron en el silencio, silencios a los que nos se les ha dado el chance para aparcar. Amarrar este perfil a otro período es arar la tierra de nuevo, ser más perceptivo a las caras en el espejo retrovisor. Desamarrar de una buena vez las esperanzas ancladas en terrenos que no pertenecen, soltar las amarras en todos los sentidos para creer que hay otro espacio para beber té, para aprender a tomar café, para viajar desde esta senda hacia otras donde el oficio pese más que el mismo amor. Y permanece todo en la memoria como las mismas rocas del Roraima, como si bajar ese tepuy fuese el propio 2008 revolcándose en nuestros ojos. Reducidos a lo más mínimo en las manos de un camino, en los ojos de un anciano en la emergencia de Guaiparo, en el adiós tácito de la abuela, en la cima del Roraima, en la mirada complaciente de los obreros en un portón, en el cansancio de unas elecciones, en las discusiones, debajo de la almohada de alguien a quien nunca nos decidimos a tener, en las miles de sospechas de que por allí no era pero que por allí nos fuimos, en las maternidades que no se dieron y en las tantas situaciones que nos hicieron caminar por las veredas jurando que no volvería a ocurrir. Para cerrar no queda más que un baño en onoto, para repintar los vacíos y conjurar este presente.

Thursday, December 11, 2008

1,2,3

Cada hebra cubre con delicadeza centímetro a centímetro de su espalda, como una cobija café decorando una cama sin estrenar. De pronto no existe otra cosa que esa cobija cabellera adornando el marco de su rostro, tatuando su espalda, vistiendo sus hombros, está de frente a Rafael esperando lo propio. Coquetea con las caderas, con los gestos de sus labios, con el contoneo de sus pupilas vigilando de derecha a izquierda y viceversa. Es coqueta. Más que coqueta necesita de Rafa. No es suficiente el juego de caderas con la mirada. A Clarissa no le queda otra que flexionar su tronco, tocar con sus manos los dedos de sus pies, levantar la mirada y sonreír. Sí, sonreír descaradamente, con el cinismo propio de las perras en celo. Rafael no se inmuta. No le importa, este día es un paréntesis en una oración subordinada. Un agregado de un agregado con escaso verbo. Entonces Clarissa quiebra el espacio vital, cae sobre Rafael y olvida la sintaxis de su cuerpo. Reordena sus deseos en la cúspide de Rafael y quiere, y ama, y llora, y odia, y lo deja, y lo utiliza como a cualquier capricho.

Tuesday, December 02, 2008

¿O cómo se escribe o cómo nace o cuándo se marcha un poema?

Alexis Romero

Siempre he creído y sentido, despierto o dormido, que desde niño le he preguntad a Dios cómo se hacen los ángeles, cómo se hacen los hombres; pero él, en silencio, sólo me ha mirado; y desde niño, me ha dicho que me marche. Así conocí el dolor. Así supe que el dolor era simplemente el silencio de Dios. Dios en silencio. Dios sin respuestas. Dios diciéndole a un niño que se marche. Una vez le oí decir que un poema era la transformación de un cadáver en una luz que espera. ¿Qué espera un poema? ¿Qué espera un cadáver? ¿Qué espera la luz? ¿Quién podrá responderme sin decirme que me marche? Hoy temo preguntarle, despierto o dormido, cómo se hace un dios, cómo se hace Dios.

(…) Y me dolía, me duele, creer y sentir que el poema nace cuando Dios no nos tiene una respuesta y nos convierte en cuerpos que siempre se marchan, cuerpos de eternas mudanzas. (…) ¿Cuándo un grupo de palabras, cercanas o distantes, deciden ser un poema? ¿Para qué le sirvo a las palabras? ¿Qué hago ante ellas, que no sea cerrarle la puerta para que nunca se marchen? Un poema se escribe cuando aprendemos a escuchar el secreto de un río, a veces seco, a veces húmedo, que marcha entre palabras. Y aquí, Dios dice: Yo soy el que nunca se marcha; yo soy quien llena de peces el río…

Esta es la función del poeta; mirar el verbo, tocar el verbo, ejecutar el verbo; para que el poema no quede callado, sino en silencio; para que el poema no se quede, sino que se marche como todos los ríos, hacia arriba: a la casa que habita el lector, el cuerpo que siempre se marcha.

¿Es el poema un grupo de palabras con poder de decisión o un grupo de sentidos que una vez se marcharon y hoy vuelven a encontrarse? No tengo la menor duda que nuestro trabajo es crear las posibilidades para el reencuentro de los sentidos perdidos. Y digo sentido, queriendo decir afectos iníciales, diálogos iníciales; queriendo decir Moisés hincado ante el rostro del sentido fundador.

(…) A Dios no le gusta fracasar, por ello guarda silencio; por ello no tiene respuestas. Fracasemos nosotros: prohibido guardar silencio, prohibido no tener respuestas. Intentemos responder la pregunta permanente y agónica del niño: ¿Cómo se escribe un poema, cómo nace un poema, cómo se marcha un poema? ¿Es aplicable la respuesta al cómo se hacen los ángeles y los hombres? Indudablemente, supongo; aunque tenga que marcharme y no encontrar los sentidos que me salvan del silencio mayor. Supongo.

Falto to

Escribo retazos por todas partes, en uno, dos, tres cuadernos en todos falto yo el fuego de siempre, este largo suspiro que no...