Saturday, December 23, 2006

Somos dos almacenando el pasado. Recortando palabras, clasificando la vida, dañándonos el sentido. Somos tres en pasos cortos, milimetrados, lentos, testarudos y obstinados. Podemos ser muchos acarcelados sin amargura, con las víceras en las manos, vulnerables por completo, desnudos y abiertos sin rellenar. ¡Yo creo que podemos ser tantos! Podemos ser mucho contándonos la vida, planificándonos las centellas, las dudas, los conflictos. Somos estatuas cómodas al lado del arbolito.

A veces se nos olvidan las destrezas y somos una Belén de mentira con muchas luces, pan de jamón y estrellitas de pólvora. Nos están sobrándo tantas cosas que la fiesta es larga sin vino, un trasnocho en vano, una celebración de poco vuelo. ¡Salud a la historia! Al pan sin pan, al zin agujereado, a la lluvia del 24, a la bondad sin excusas. ¡Salud a lo que haya que decir! Esta noche es una secuencia de contemplación, de cuestionamiento profundo. Una cuenta que no se salda con tortas de navidad ni se calma rompiendo el nudo de los pabilos. Si acaso, se siguen despertando las angustias.

Esta navidad se ha hecho millonaria de pesebres, de barracas sin luz, sin agua, sin pan por el pan. Somos dos concentrados en el centro, irremediablemente inversos mirando hacia adentro. Acumulándonos los delirios, sintiéndonos a la altura de un país de venas anchas, cómplices y sin remordimientos.

Hoy no es más que una ansia eterna,
Te espero el 25, callada y profusamente admirada.

Wednesday, December 20, 2006


- ¿Le dije que me apasionan los árboles? – No, no sabía que le apasionaban las pasiones, hoy no – Pensé que lo intuía, casi se toca - .



Foto: Clavel

Ahora se bifurca el camino, se abre en dos la calzada entre los senos perdido entre el vástago de ideas. Se me ocurre ser un resumen de jaculatorias sin horizonte con vela en pleno con llama que no se apaga ni alumbra ni encuentra vuelo a media combustión. Prefiero la zarza en los pies, la escritura inquieta con la incertidumbre a mil. ¡Se me ansía tanto el tiempo! Sus complejidades, el susurro con certeza y el cosquilleo en un soplo sobre el hombro. ¡Le falta tanto al tiempo y al tiempo tanto!

Monday, December 11, 2006


Foto: Clavel

Todo transcurre en destellos veloces, en cámara rápida y morbosa. Los niños detrás de la carroza, los niños detrás del muerto, los niños detrás del ataúd. Los niños, en fin, los niños siempre siguiendo a la gente que muere. Detrás del callejón siempre es así, es el paso reservado a una cuantiosa cantidad de peligro y vida. Vida más que muerte o ambas, como equitativas, amigables, liberales y astutamente cómplices. Aun no pasean con la salsa dentro, es mejor que disfruten la fiesta desde afuera.

Aun me asalta los brincos en el estómago hasta más abajo, como lombrices que van comiéndose las tripas y amenazan con escapar entre los dientes. Las nauseabundas ganas de sacarlo todo, de arrancar raíces arrastrar la tierra y erosionarse en el centro. Porque todo fluye en un río de entrañas enmarañadas que no comulgan conmigo. Acuesta, acuesta voy en estos días helados, amarrados a diciembre sin mucho grito. Me falta tanto la sangre de noviembre.

Se me congelan las manos, la lengua, los dedos de los pies esperando la batalla, los días inesperados de la maternidad en todas sus fases. Extraño la ligereza femenina, la panza nueva, los labios acomodados a mi antojo en el espejo. Soy una mujer a poca luz, desvanecida en la pantalla, arqueada en una hoja, cuadriculada apenas en blanco y gris. Aun me pregunto el camino, las uñas mordidas y el apetito de sujetarlo todo, sabiendo incluso que tengo una individualidad mísera que deja mucho y poco espacio a la vez. Me queda más que aceptar que el cuerpo es astuto y cruel.

Friday, December 08, 2006

Me arde la envidia, el útero, las ganas funestas de concebir. Me carcomen las paredes y sus extremidades, el suicidio en el closet, el murmullo infinito de mi voz sin volumen. Colecciono las agujas en la pared, el sucio en las esquinas. Me mutilan los óvulos, recuerdan la historia, Latinoamérica y sus vicios, la suerte echada y Dios, Dios que poco a poco convence pero lento. Hoy el semanario nos sirve de alfombra.

Acuéstate arriba, sóplame los nudos, las orillas estrafalarias del busto. No tengas nombre, no tengas edad, desvanécete en el tiempo. Sé nadie disfrazado de nadie, con ramas largas y figuras pequeñas, a media luz, silueta abstracta que florece en cada puerta. Te arrugas, me arrugo. No hay conjuro que aplane verdad. No queda más que ofrecerte el invierno de mi iris, de mis pupilas que no se apuran en dilatar. Estamos dictándonos la muerte en el inicio.

Somos uno a tantas voces, pólvora vieja sin combustión. Hasta la luna hoy se esconde, no me dejes aparecer. Acaso, ¿no es más fácil saborear las hojas con limón?

Thursday, December 07, 2006

El hombre, único que tortura a semejantes

Saramago destacó con brillante sencillez la crueldad de la tortura: “El hombre es el único animal que tortura a sus semejantes. Y no hace falta estar en un país dictatorial: también pasa en las democracias”. “Los que hemos escrito la Divina Comedia y La Ilíada --prosiguió con voz pausada pero contundente-- ¿somos los que hacemos esto? ¿Qué nos pasa? ¿Estamos locos?”.

El Nobel alertó sobre “la falsedad de la institución democrática”. “Vivimos bajo una plutocracia universal en la que sólo se nos pide votar cada equis tiempo; los pueblos no tienen fuerza para cambiar su vida”, dijo Saramago.

Si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que eso es la inmortalidad de que tanto se habla.

José Saramago
Ensayo sobre la ceguera

Soñé en la tarde con la algarabía. Pero era una algarabía casi morbosa que implosionaba sigilosamente.

Era en la calle 16 en la esquina de Agua Caliente, se le llamaba así porque a su margen desfilaba un río de temperaturas muy altas. Estaba la abuela recoge lata, el señor borrachón y la dueña de la tienda de bisutería. ¡Qué bochinche! Faltaba más ron y había pocas cervezas. De sopetón uno que otro arrancaba alguna cartera, se buseaba algún culito, le rozaba la nalga a una señorita, escupía al ras de los zapatos y verificaba el número de lotería. Faltaba poco para encender los cohetes. Los panfletos bailaban en los aires como papelillos, caían al río y se deshacían en el agua haciendo en él una alfombra azulada.

Afuera se cocinaban los hechos, olía a leña. Eran las 5: 15 PM y yo decidí despertar.

Wednesday, December 06, 2006

Amaneció silente y reconciliado con la historia. Renovado, confusamente, pero renovado. Aleccionado y sumadamente apenado con la vida. Aunque con la certeza de que a esta fruta le falta poco por madurar.


Monday, December 04, 2006

Silencio

Hoy tengo los ojos ocres, casi rojos, hinchados como pelotas, reventados, con estrías en los párpados, desesperados por explotar, escurridizos y escondidos, no quieren ver más. La cobija hoy pesa tremendamente, se abraza a mis piernas, esconde mi rostro, me defiende del día con su cara lavada. Tuve la impresión de que el sol no aparecería. No fue así, indiscutiblemente lo que queda es camino y muchos pies pero pocas ganas de hacerlos andar.

Hace meses me reía de la disparidad y entendía, en un esfuerzo sociológico, lo que ocurría en mi tierra. Podía explicar el presente, entender las razones, asumir el debacle psicológico que había sufrido la tierra y su gente después de muchos años de exclusión, de voltear el rostro hacia otro lado y no afrontar. Pero aun así, también hace meses tenía profunda fe en el venezolano y en que ya era suficiente, habíamos tocado fondo. Anoche hasta la luna se escondió, aun no hemos tocado fondo. ¿Más? Así es. Falta más.

Peco de ingenua en sorprender a un país con raíces profundas y marcadamente rojas. Golpeadas, masacradas, crucificadas y terriblemente rojas. Tan fácil ha sido la victoria para coronar a un hombre que sólo ha dado un parapeto de amor. ¡Qué poca autoestima descubrí ayer! ¡Tan poco nos merecemos! Qué tristeza. Si la cuarta hubiese tenido la receta de seguro le hubiese ido mejor.

El día ha sido largo, sin muchas ganas de despertar. Con un silencio de muerto por los pasillos. Perezosos de andar, de sonreír, sin siquiera las ganas de morir de la ira. Sólo con la desolación que se tiene cuando ya no hay ilusión.

Falto to

Escribo retazos por todas partes, en uno, dos, tres cuadernos en todos falto yo el fuego de siempre, este largo suspiro que no...